viernes, 31 de enero de 2014

Evgeni Pasternak, hijo primogénito de Borís Paternak
BORIS PASTERNAK con MERANI en nuestro día de la Poesía.

Como una flecha vuela el corcel de mis ensueños.
Lúgubre, un cuervo grazna por detrás.
¡Adelante, mi corcel, no pienses nada!
¡Adelante! ¡Dispersa al viento todas tus ideas!
¡Adelante, adelante, ignorando los obstáculos!
A través de torbellinos y granizos, y nieves y tormentas,
debes conservarme los días y los años.
¡Adelante, adelante, sin saber a donde vas!
Que me arranque a los lazos familiares.
No me importa. Si la noche me alcanza en el camino,
la nocturna lejanía posada me dará,
y he de hacerme ciudadano en las estrellas de los cielos.
Me entrego a tu carrera enloquecida;
daré mi confesión al bramido del mar.
¡Adelante, mi corcel, no pienses nada!
¡Adelante! ¡Dispersa al viento todas tus ideas!


jueves, 30 de enero de 2014

Otro poeta parte. Primero Mutis y el domingo 26 de enero 2014, José Emilio Pacheco, con quien tantas noches compartí sus poemas. El amado José Emilio, sencillo, discreto, y de verbo vivo, cotidiano, político y amoroso. También Juan Gelman, quien acabó con aquellos recuerdos groseros.



José Emilio Pacheco, niño inmune a la erosión del tiempo


Día 28/01/2014 - 13.11h


Alérgico a la retórica, no hacía falta ser poeta o erudito lector de poesía para disfrutar y crecer con los versos del mexicano





Poeta, traductor, editor, gran animador cultural y muy querido profesor universitario, José Emilio Pacheco (1939-2014) se dio a conocer en 1963 con su poemario «Los elementos de la noche», al que siguió «El reposo del fuego» tres años después.

Ya en esos primeros libros, la escritura del poeta manifestaba con rara y temprana plenitud las constantes de un estilo en el que un sólido conocimiento de la tradición poética –lo mismo clásica que moderna– se alía con la transparencia, en busca de una franca pero no fácil testimonialidad. Alérgico a la retórica, no hacía falta ser poeta o erudito lector de poesía para comprender, es decir: para disfrutar y crecer con sus versos.

Pacheco no sólo miraba hacia las vanguardias europeas (simbolistas, surrealistas) y anglosajonas (Eliot, Beckett), sino también a los poetas y artistas mexicanos e iberoamericanos que se habían sustraído a los grandes dogmatismos de la época, como fueron Borges, los integrantes de «Contemporáneos» y como habrán de ser Alí Chumacero y Octavio Paz, éste último un padre joven –por así decirlo– con quien siempre mantuvo un diálogo intenso que a veces no fue bien avenido, aunque los desacuerdos nunca rompieron los sutiles hilos del afecto –me consta que los dos poetas siempre se quisieron.

Joven de su tiempo


Joven de su tiempo, Pacheco también escuchaba con natural empatía la voz de una juventud por entonces emergente y que se reconocía en la generación «beat» y que se dejaba oír a través del jazz y el rock... una juventud cuyos poetas de cabecera habrán de ser, en México, Efraín Huerta o Jaime Sabines.

En fin, ya en aquellos primeros libros se hacían presentes los temas que habrán de acompañarle durante toda su trayectoria poética: la infancia forjadora de la mirada del hombre, el desasosiego ante una existencia en la que el azar y el absurdo se presentan en cada tirada de dados, y la búsqueda de sentido en los otros, pero cuya conciencia social se halla más cerca de la «tribu» que de la «clase».

Después del inmenso trauma de la matanza de Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968 poco antes de dar comienzo los Juegos Olímpicos, Pacheco publica «No me preguntes cómo pasa el tiempo», libro en el que se afila el pensamiento, libro de inquisiciones e interrogaciones, donde se ventila cuál ha de ser la función del poeta y de la poesía, y en el que se anuncia otro de sus temas más afines: la erosión del tiempo. Libro que incluye uno de sus poemas más leídos: «Alta traición».

Discurso de madurez


A partir de ahí desarrollará su discurso de madurez en poemarios como «Irás y no volverás» (1973), «Islas a la deriva» (1976) «Desde entonces» (1980), «Los trabajos del mar» (1982), «Miro a la tierra» (1986), «Ciudad de la memoria» (1989) y «El silencio de la luna». «La arena errante» (1999)... Obras en las que para mejor expresar sus temas medulares ha ido incorporando el aforismo, la alegoría y la fábula, y en las que ni el pesimismo ni cierto tono elegiaco jamás han oscurecido la mirada del niño que siempre fue, ha sido y ya será, formulando de nuevo aquella intuición de Woodsworth por la cual «la infancia es la patria del hombre».

Ese niñopoeta además se enfrenta a la erosión de la Naturaleza no ya por la acción del tiempo, categoría humana a fin de cuentas, sino por la poco piadosa acción del hombre.

Por último, hay que señalar que la niñez y la adolescencia enmarcadas en la Ciudad de México también protagonizan la obra narrativa de José Emilio Pacheco en títulos como «El viento distante y otros relatos» (1963), «Morirás lejos» (1967), «El principio del placer» (1972) y «Batallas en el desierto» (1981). El niño y el adolescente crecen en una ciudad que deja de ser lo que fue: la «región más transparente del aire» –en palabras de Alfonso Reyes que darán título a una novela fundamental de Carlos Fuentes– para convertirse no sólo en región irrespirable, sino en centro melancólico de la memoria.

martes, 21 de enero de 2014

CALUFA, amigo de Antidio Cabal:



Guiño. el grande (y de izquierda pura), CALUFA, nace un 21 de enero. Don Antidio Cabal una tarde me entregó lo que escribió al morir su amigo Carlos Luis Fallas. Es un artículo maravilloso que publicó en la revista venezolana Cultura Universitaria. Él me dejó la Revista como algo muy preciado. Prometo pasar en word "Medallón de CALUFA". "Era un hombre lo más parecido a un hombre", dice jeje, "cuando lo conocí personalmente entendí su radiante celebridad, "era un manojo de hombres ese hombre, y todos se le notaban. El peón, el zapatero, el tractorista ..... Por eso era amado. Popular como un partido de fútbol". Lo antecede otro artículo sobre CALUFA escrito por Carlos Augusto León.
Foto de Erika Henchoz.
Foto de Erika Henchoz.
Foto de Erika Henchoz.

Simone de Beauvoir

Agente de perfección de sí misma, Simone de Beauvoir

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Recopilado y seleccionado por Erika Henchoz

erikahenchoz@gmail.com

Polémica. Singular. Figura altruista de las féminas del mundo. Símbolo de las libertades de  “ellas”, (nosotras) más inmediatas, urgentes, profundas. Escritora y filósofa francesa consagrada. Simone de Beauvoir rompió paradigmas que obstaculizaban el libre desarrollo emocional de las mujeres de su época. Fundadora fue, además, junto a algunas feministas de la Liga de los Derechos de  la Mujer.
Gracias a sus obras y ensayos, ella se percibe en el mundo como modelo de ruptura ante distintas formas de vida tradicionales, que enunció y alteró. Persiguió y alcanzó ideales personales que la convirtieron en el símbolo del amor libre y de la liberación sexual en aquellos años 60 de entonces. Simone de Beauvoir pacta consigo misma en favor de la fidelidad y  la confianza para vivir plenamente.
Mi propia fuerza: yo se que, durante toda mi existencia, podré contar conmigo misma; que no necesitaré consejos ni energía, sino siempre ese gran poder de retomarme. Este amor y este ardiente interés, este deseo de perfección para mí misma. Se que me seré fiel, que sabré siempre reencontrarme en toda mi integridad en medio de las banalidades necesarias. Camino con confianza hacia ese yo del futuro, que no me traicionará.
“La tesis fundamental de Simone de Beauvoir afirma que la feminidad es una construcción social. La célebre primera frase del texto que abre la segunda parte de El segundo sexo (1949) dice: «No se nace mujer, se llega a serlo» Esa frase se encuentra en la base de toda una reflexión sobre el género y sobre el papel de la cultura en la construcción de estereotipos:
 «No se nace mujer, se llega a serlo. Ningún destino biológico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la sociedad el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado que se califica de femenino».
Una mujer exquisita en formación que vivió y probó según sus propias reglas. Como bien dijo “no se nace mujer, se llega a serlo”.  Nace en Paris, un 9 de enero de 1908.
Firme y tenaz, luchadora en favor de las mujeres. Justifica que el problema mayor de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.  “Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”.
Autora insigne de novelas, biografías y ensayos sobre temas políticos, sociales y filosóficos, se le conoce también por compartir su vida cultural y política con Jean-Paul Sartre de la forma que ellos mismos se ‘impusieron’.



Simone es la figura emblemática de la intelectualidad francesa de los años 50′s y 60¿s. Figura señera del existencialismo.

Entre su vastísima producción literaria destacan Los mandarines (1954),  El segundo sexo (1949) en la cual revolucionó la figura y posición de la mujer en toda su dimensión social, política y cultural del siglo XX , El existencialismo y la sabiduría popular (1948 y 2009), Norteamérica día a día (1948), Para una moral de la ambigüedad (1947), Todos los hombres son mortales (1946), Las bocas inútiles (1945), La sangre de los otros (1944), Para qué la acción (1944) y La invitada, o  Una muerte muy dulce, que fue todo un escándalo, que dedicó a su madre, entre otros.

En La ceremonia de los adioses, Simone de Beauvoir describe los últimos años con Sartre, ese hombre con quien compartió cinco décadas, en medio de sus adicciones.

Se retira de la docencia

De magistral producción literaria, Simone fue dueña de una personalidad particular.  De familia burguesa hasta que su padre George, quien fuera abogado, perdiera todo en sus negocios, sale de su casa, se separa de cuanto implicó vivir la depresión de su padre y las peleas con su madre. Es cuando decide matricular la carrera de filosofía en la Sorbona. Al graduarse se desarrolla como profesora en Marsella, Ruan y París. Fue en esos años universitarios cuando conoció a Jean-Paul Sartre, que sería su compañero de vida, entre rupturas, hasta el fin de sus días.

Su vida además estuvo marcada por la II Guerra Mundial que la retira de  la docencia, para dedicarse únicamente a escribir, en 1943 y se une además a la Resistencia francesa junto a Sartre. Escribe entonces La invitada para tratar el tema de la libertad y la responsabilidad individual.

Por su parte, Le Temps Modernes es la revista política que dirige Sartre, y que permite viajar a Simone. La revista fue fundada por ellos y por Albert Camus, entre otros filósofos y escritores importantes del momento y catalogada como un referente político y cultural del pensamiento francés de mediados del siglo XX.

Para el año 1947, y separada por un tiempo de Sartre publica El segundo sexo que la marca como autora de lo que se conoce el nacimiento del ensayo más importante del siglo XX, con una venta que superó los 22 mil ejemplares en una semana, en el que trata con profundidad la condición social de la mujer y analiza las distintas características de la opresión masculina.

“Es un texto voluminoso y apasionante a la vez, constituye un análisis de la condición humana en dos partes: ‘Los hechos y los mitos’ y ‘Experiencias vividas’. En el libro Beauvoir interroga la manera en que el imaginario de la feminidad ha sido impuesto a las mujeres como una realidad natural. Y refuta además la idea de que sea algún tipo de diferencia biológica de la mujer lo que explique la dominación masculina”.

La separación -que no fue definitiva-  la lleva a Estados Unidos donde inicia una relación por más de diez años con el escritor Nelson Algren y más tarde con el cineasta, productor y periodista francés Claude Lanzmann a quien conoció en la revista Les Temps Modernes. En este momento ella tenía 42 años y él era diecisiete años menor. A pesar de la diferencia de edad, fue con el primer hombre con el que ella se comprometió a vivir.

Se dice que gracias a Lanzmann, la escritora no volvió a padecer de crisis de ansiedad.  La relación entre ellos se dio de 1952 a 1959.

En 1954 publicó “Los mandarines” y es gracias a esta novela que la filósofa francesa fue galardonada con uno de los premios más prestigiosos de su país, el Premio Goncourt.

En 1960 viaja a Cuba con Sartre para entrevistarse con el Ché Guevara.
Sartre publica luego de esa visita el libro “Sartre visita Cuba”. En él, allí cuenta como transcurrió su encuentro con el Che, que los citó a medianoche en la oficina, momento  inmortalizado por Korda, el célebre fotógrafo cubano llamado Adolfo Díaz  Gutiérrez (conocido como Alberto Korda) :
“Se abrió una puerta y Simone de Beauvoir y yo entramos: un oficial rebelde, cubierto con una boina, me esperaba: tenía barba y los cabellos largos como los soldados del vestíbulo, pero su rostro terso y dispuesto, me pareció matinal. Era Guevara”.
“Lo cierto es que había empezado a trabajar muy temprano la víspera, almorzado y comido en su despacho, recibido a visitantes y que esperaba recibir a otros después de mí. Oí que la puerta se cerraba a mi espalda y perdí a la vez el recuerdo de mi viejo cansancio y la noción de la hora. En aquel despacho no entra la noche. En aquellos hombres en plena vigilia, al mejor de ellos, dormir no les parece una necesidad natural sino una rutina de la cual se han librado más o menos. No sé cuándo descansan Guevara y sus compañeros. Supongo que depende: el rendimiento decide; si baja, se detienen. Pero de todas maneras, ya que buscan en sus vidas horas baldías, es normal que primero las arranquen a los latifundios del sueño”.


  ”El comandante Ernesto Guevara es considerado hombre de gran cultura y ello se advierte: no se necesita mucho tiempo para comprender que detrás de cada frase suya hay una reserva en oro”.
Otro dato importante y consignado en la biografía de la hermosa también Beauvoir es que fue una de las firmantes del Manifiesto 343 donde esa misma cantidad de mujeres acepta haber abortado alguna vez, publicado en Le Monde. Fue una manera de hacer campaña por la conquista del derecho del aborto. El pronunciamiento cubrió dos  páginas del periódico.
Periodistas, artistas, obreras, intelectuales, amas de casa, activistas, escritoras, entre otras tantas, salían de la esfera privada a partir de su pública reivindicación política. “Hubo firmas de talla por su trayectoria que provocaron un fuerte impacto a esta estrategia de visibilidad”: Simone de Beuavoir, Christine Rochefort, Delphine Seyrig, Catherine Deneuve, Giséle Halimi, Micheline Presle, Jeanne Moreau, Marguerite Duras y Françoise Fabian.  El texto era breve pero contundente:
Un millón de mujeres abortan cada año en Francia.
Ellas lo hacen en condiciones peligrosas a causa de la clandestinidad a la cual están condenadas, cuando esta operación practicada bajo el control médico, es de las más simples.
Se hace el silencio sobre este millón de mujeres.
Yo declaro ser una de ellas.
Yo declaro haber abortado.
De la misma manera que nosotras reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre.
Leer a Simone de Beauvoir en palabras de Ramón Alcoberro

“Es importante entender la tesis existencialista de la cual parte. En el existencialismo es crucial la idea de que ‘la existencia precede a la esencia’. El hecho de vivir precede al ser, a lo que se es. En consecuencia, corresponde a cada cual escoger lo que quiere ser, forjarse un destino. Pero la feminidad es un destino impuesto por la mirada de los otros, una construcción construida mediante la educación. La educación de las mujeres se orienta sobre todo a hacerles creer en las virtudes ‘femeninas’, que se asocian a la coquetería, a la dulzura, a la sumisión… mientras los chicos son orientados por el entorno a ejercer su espíritu de independencia”.
«…[en las mujeres] toda su educación conspira para impedirle el camino de la revuelta y la aventura; la sociedad entera —empezando por los respectivos padres, le miente exaltando el alto valor del amor, del sacrificio, de la entrega, y disimulándole que ni el amante, ni el marido ni los hijos estarían dispuestos a soportar esa pesada carga».
“Es evidente que hay en la obra de Simone de Beauvoir mucho de ‘ajuste de cuentas’ con su educación burguesa y católica que narra en Memorias de una joven formal (1958). Simone de Beauvoir había sido expulsada del cuerpo de profesores de instituto por mantener relaciones lésbicas con una alumna y sus propias preferencias sexuales son complicadas de explicar. Pero sería absurdo explicar El segundo sexo en clave biográfica. Lo que se explica en el libro no es un itinerario personal, sino las trabas que impiden desde hace generaciones la libertad de las mujeres. En su opinión las mujeres han sido desde siempre mantenidas en un estado infantil de sujeción, confinadas en el papel de esposa y madre dependiente financieramente del marido”.

Los prejuicios sobre el reparto de papeles entre los sexos tienen consecuencias concretas.  “Las mujeres, dice Beauvoir, se convierten en cómplices del sistema que las oprime, identificándose con el papel que se les asigna”. Sus ideas la convirtieron en una especie de ‘astro cultural’ para las mujeres entre 1950 y 1980.
“En Simone de Beauvoir se encuentra, pues, una reflexión sobre las consecuencias prácticas de la emancipación de la mujer, que pasa por una emancipación financiera”.
Simone de Beauvoir murió el 14 de abril de 1986, casi 6 años después que  Jean-Paul Sartre.


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                                                                      26 de diciembre