jueves, 5 de diciembre de 2013

Monterroso

Genio de lo breve, del humor y la ironía



Tito Monterroso

Recopilado por Erika Henchoz

 La brevedad en su obra fue fundamental para colocarlo entre los clásicos. Todo, junto a su profundo y casi filosófico sentido del humor retrató la banalidad de los seres humanos“, dijo de Augusto Monterroso,  el escritor Gerardo Guinea Díez.
Monterroso inicia su voluminosa  - y breve en estilo- obra literaria  con el libro Obras Completas, mismo título con que cierra el último de esos cuentos .

“En Obras completas se anuncian las constantes de la obra posterior de Monterroso: el origen literario de su imaginación; el intercambio entre humor y seriedad, que conllevan la trampa en la sonrisa; la relatividad de los valores morales; la parodia y la burla de los estereotipos; la inclinación por la brevedad en la escritura; la crítica del academicismo y la solemnidad; la presencia, aunque sólo anunciada, de los animales con comportamientos humanos y literarios.
En suma, cabe destacar la originalidad de un autor que se lanza a la publicación de su primera obra con un título tan llamativo y sorprendente, pero que apunta un guiño inteligente y afectuoso a sus lectores, que lo seguirán, guiño tras guiño, a lo largo de su carrera literaria”, destaca el Centro Virtual Cervantes”.
Monterroso, autodidacta, nacido un 21 de diciembre en cuna de bohemios, buscó como tantos otros que escriben, ser releído a lo largo del tiempo: en clave de humor, ironía y la risa. Supo y manifestó que para lograrlo se necesitaba mucho trabajo, y que sus contenidos, por supuesto, no fuesen superficiales.
Tito, como le gustaba que lo llamaran sus amigos, era un excelente conversador y evocador de anécdotas dijo su amiga Concepción Bados Ciria, “recuerdo las que me contó a propósito de otros escritores latinoamericanos como Julio Cortázar, Pablo Neruda, o Jorge Luis Borges, a quienes admiraba y apreciaba en extremo. Se puede decir que había leído casi todos los libros, pues eran inagotables las referencias, de diversas lenguas y culturas, que el autor mencionaba en sus conversaciones (en las que predominaba el tono reflexivo, pausado, hasta cierto punto erudito y muchas veces nostálgico)”.

“En una ocasión me mostró la pequeña habitación que le servía de estudio, en el jardín, a la entrada de su casa de Chimalistac, en el barrio de San Ángel, en Ciudad de México: me emocionó porque más bien parecía un habitación monacal, al estilo de las celdas de los monjes carmelitas; eso sí, presidía el recinto un antiguo tocadiscos y, a su alrededor, se apilaban los incontables discos de música clásica, pues, como se sabe, era un melómano consumado. Imaginé que mientras escribía se hacía acompañar de la música que había empezado a amar siendo todavía niño, allá en Guatemala”, contó  Concepción.
Se estrena como escritor (publicado) muchos años después de empezar a escribir, sólo llegó a mostrar antes de 1959, sus entrevistas.

En esa fecha conmovió como un nuevo e inusual escritor de la literatura latinoamericana, cuyos rasgos están cargados como ya se dijo, de humor, de ironía y  de crítica a ciertas manías culturales, con la mayúscula maravilla de verla además dibujada por su propia mano.

Fui espontáneo sólo para el arranque, luego aparecía la esclavitud para encontrar la forma”.  No le fue fácil, dijo en varias oportunidades, entre ellas al periodista Francisco Sánchez Dragó, en 1999.
Desde que uno empieza a tratar de escribir se encuentra con 5 enemigos: el poema, el ensayo, la novela el cuento y el reportaje, decía Monterroso. “Entre ellos, el cuento me parece ser  el enemigo más pequeño”.
Curioso que diga que buscó entre los géneros “al enemigo más pequeño”, que escribiera relatos y cuentos breves y que su estatura también lo fuera; lo que contrasta por supuesto, con lo grande que sigue siendo el reconocimiento a su obra.

Entre libros y música


Nací  en un ambiente familiar bastante culto, con muchos libros , mucha música  y arte en general. Había un ambiente bohemio en casa donde llegaban escritores, amigos de los cantantes, toreros y actores. Empecé a leer siendo muy niño“.
Siempre le pareció que vivió un atraso de lecturas de  por lo menos un siglo, “empecé leyendo el Quijote, los poetas del siglo de oro y otros, pero no son los autores con lo que yo debí empezar leyendo”.
Guatemalteco y hondureño, porque nace  y vive en Tegucigalpa hasta sus 14 años cuando se nacionaliza guatemalteco, Monterroso cuenta a Sánchez Dragó  que nació exactamente en una editorial de su padre Vicente Monterroso,  periodista y fiestero.
Antes de convertirse en militante revolucionario,  Tito trabajó muy duro en una carnicería. En punto las 6 de la tarde , solía salir del trabajo directo a la biblioteca del pueblo que estaba de camino a su casa . Trabajó  6 años en esa carnicería desde las 4 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Colaboraba con las tareas que le asignaba el contador.
Su jefe,  además de ponerlo a trabajar en la parte administrativa,  lo surtía de libros y le orientaba en lecturas, pues descubrió en Monterroso un joven especial.
A los 23 años Monterroso se ve obligado a exiliarse, sin queja alguna, en México donde comulga entre otros con amigos que hace muy cercanos: Ernesto Cardenal, Mejías Sánchez, Rubén  y Rosario Castellanos, que por el año 1944 comenzaba a escribir. Apresado, escapa y llega a México.
Lo contrata la editorial Céneca, del poeta, escritor y dramaturgo  José Bergamín, donde realizaban ediciones especiales del Quijote y Machado, por ejemplo,  muy finas.  Él se encargaba en corregir pruebas.

México nos recibe espléndidamente, casi al fin de la II Segunda Guerra Mundial, en 1944. Un hervidero de gente llegamos de muchos países del mundo. Eso fue un gran aprendizaje”.
No publicaba, pese a que la incorporación al mundo cultural mexicano fue muy fácil. “Yo pasé desde 44 al 59 sin publicar, apenas me atreví a publicar entrevistas”.
Regresa a Guatemala en 1996, desde su salida a México en 1944.  Trabajó en medio de esos años, no obstante, para dos gobiernos de su patria, primero como Cónsul en Bolivia, donde se ve de nuevo obligado a salir tras un golpe de estado. Sale a Chile como refugiado cuando derribaron a Arbenz. “Allí me ayudaron muchos amigos como Neruda y Manuel Rojas; luego pasé a trabajar en la Embajada de Guatemala en México”.

Se despide a  sus 82 años

Tras un infarto, Monterroso muere el 7 de febrero del año 2003. Su compañera de vida fue la escritora mexicana Barbara Jacobs. Al entierro asiste su amigo García Márquez, quien expresó:

Fue un gran hombre y un gran escritor. Todo lo que diga está de más”.
Le acompañaba Álvaro Mutis, íntimo también del guatemalteco afincado en México, genio de lo breve, uno de los autores latinoamericanos más importantes del siglo XX. Los restos del maestro fueron velados en una funeraria de la capital y trasladados ayer al crematorio del Panteón Español, publicó entonces el diario El país.

Vivió sin perder su sentido del humor. En una de sus últimas presentaciones  de Pájaros de Hispanoamérica, Monterroso ridiculizó su pequeña estatura, afición que frecuentaba regularmente. “Estábamos en una presentación de su libro con Juan Villoro, que es mucho más alto que yo, y nos puso a su lado”, recordó Enrique González Casanova, poeta y pensador mexicano. “Y luego [Monterroso] dijo enfrente de todos: ‘A estos dos me los paso por alto”.
Eliseo Alberto, Elena Poniatowska, Alí Chumacero, David Huerta, Federico Campbell y Aline Petterson, entre otros, asistieron a las honras fúnebres.

Obras y Premios

Obras completas (y otros cuentos) (1959)
La oveja negra y demás fábulas (1969)

Movimiento perpetuo (1972)

Lo demás es silencio (1978)

Viaje al centro de la fábula (1981)

La palabra mágica (1983)

La letra e: fragmentos de un diario (1987)

Los buscadores de oro (1993)

La vaca (1998)

Pájaros de Hispanoamérica (2002)

Literatura y vida (2004)

 

Premio Nacional de Cuento Saker Ti, Guatemala (1952)

Premio Villaurrutia (1975)

Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1996)

Premio Nacional Miguel Ángel Asturias, Guatemala (1997)

Premio Felipe Herrera Lane a la Integración Cultural y el Desarrollo de América Latina y el Caribe, en Santiago de Chile (1999)

Príncipe de Asturias de las Letras (2000)
 

                                                                      26 de diciembre