'Yazco inerme en tus brazos tibios. Ha partido mi alma en buena barca. Aún siento tu leve aliento de libélula en celo y celosa animando mi vuelo. Siémbrame en el jardín de tus bonsais. Haz de mí una boca, unos labios, millones de besos. Te llevaré en mis dientes, asida como un tierno y dulce diente de león para sorprender a los ángeles cuando estornuden al escuchar mi verdad: este amor que te sembré es la única veracidad de tu presencia'.
¡Amor, te suspiro!