miércoles, 6 de julio de 2011

Néstor Zeledón Guzmán en entrevista por Érika Henchoz en ÁNCORA

ARTE

El destino de una vida

ERIKA HENCHOZ mailto:erikahenchoz@gmail.com07:07 A.M. 21/05/2011
De los artistas plásticos que en los años 60 conformaron el Grupo 8, siguen con vida dos. En palabras conocidas en el ambiente cultural, “quedan dos octavos”: el escultor Néstor Zeledón Guzmán y Rafael FeloGarcía. Ambos se mantienen activos honrando su oficio.


La continua labor de don Néstor ha producido una vastísima obra escultórica, que bien dice de su carácter y su pensamiento. También hablan por él la pintura, el dibujo y la escritura literaria en ensayo y cuento.
Han transcurrido más de 50 años de trabajo sin descanso, pero se mantiene vigente su consigna de “artista que dice cosas”. “Soy sensible con respecto a lo que acontece alrededor”, confiesa Zeledón.
Historia, erotismo y tragedia. “Trabajo para reforzar mi visión de las cosas independientemente de si agrada o no”, añade, aunque su trabajo asombra y gusta mucho si juzgamos por las expresiones de quienes lo visitan en su taller.
Néstor Zeledón es de los artistas que no se complacen con quienes conciben el arte solo como un bien material; por el contrario, él considera que una obra no es un objeto que se pone en venta. Su sinceridad denota el mismo ímpetu de denuncia de cuando era más joven.
“Mis trabajos reflejan el estado de caos en el que vivimos. Es imposible aceptar que en los últimos años se venda a Costa Rica, que se la entregue a empresas transnacionales como si los problemas internos no bastasen”, sostiene.
El taller del maestro Zeledón Guzmán se ubica cerca del parque de Barva de Heredia. Allí se exhiben más de 77 obras inéditas y de gran tamaño: de entre dos y cinco metros de altura cada una. Recorrer el lugar sobrecoge incluso al más desentendido de la escultura, por la tendencia expresionista de las obras.
El taller consta de varias salas. Incluye obras pesadas, de denuncia social; otras salas exhiben erotismo, y las demás muestran horrores y errores de la mente humana. Su obra, claramente expresiva, confronta al espectador de manera total, directa e inmediata.
La mirada en detalle del escultor Zeledón Guzmán revela una fuerte dosis de amor por el ser humano indefenso; por el débil, el migrante, el hambriento y el anciano.
La última vez que Néstor Zeledón expuso su escultura ocurrió en 1993 en Taiwán, y un año antes la exhibió en Costa Rica. De esto habla un libro que le trajeron de vuelta quienes montaron su trabajo en aquel país asiático.
Grupo memorable. Escultura, dibujo y pintura, cuento y hasta hermosas poesías abrigan el alma de este hombre dócil en apariencia. Sin embargo, talla con fuerza indeclinable la madera.
El artista nació en Guadalupe de Goicoechea hace 78 años. Sus ojos claros de mirada sostenida adoptan tonos distintos cuando menciona injusticias.
Don Néstor admite que aspira a contar con su propio museo, y anuncia que su trabajo concluirá el último día de su vida.
Romper con lo tradicional fue lo que se propusieron ocho artistas costarricenses al crear –precisamente– el Grupo 8: Luis Daell, Harold Fonseca, Felo García, Hernán González, Manuel de la Cruz González, Guillermo Jiménez, César Valverde y Néstor Zeledón.
Cada uno de ellos se expresó según su estilo en 1961 en la galería Las Arcadas, del centro de San José. Entonces promulgaron “un manifiesto estético, un credo de combate, una crítica al conformismo del medio artístico”, según recordó en 1997 el dramaturgo y arquitecto Samuel Rovinski en la exposición de Los 5/8, realizada en la Sala José Figueres Ferrer.
“Los ocho deseaban librarse del orden estético establecido. Los ocho rompen cadenas del statu quo y actúan con entera libertad para hacer volar su imaginación”, comentó entonces Rovinski.
Eran ocho inconformes que sacudían la modorra del ambiente artístico nacional, agregó don Samuel. Años más tarde, la pintora Lola Fernández, Carlos Poveda y Guillermo Combariza se unieron al Grupo 8.
Custodio de la memoria. Néstor Zeledón llegó a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica como alumno regular sin haber terminado aún su bachillerato. Al tiempo que aprendía el oficio de artista, estudiaba por las noches las materias académicas para conseguir el grado de bachiller de segunda enseñanza.
El interés por forjarse el futuro lo hizo adelantarse a su época, y desde muy joven procuró convertirse en un custodio de la memoria histórica.
Zeledón ha recibido tres veces el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría: dos en escultura (1967 y 1971) y una en dibujo (1976). También se le otorgó el máximo galardón de la cultura costarricense: el Premio Magón de 1992.
Don Néstor ahora se prepara para la exposición que ha previsto el Ministerio de Cultura y Juventud. Se incluirán obras inéditas: unas 50 esculturas acompañadas de maquetas y dibujos que muestran el proceso que transita Néstor Zeledón para llegar a la obra definitiva. También habrá dibujos.
Solo se espera la fecha definitiva para el montaje de la exposición, posiblemente a inicios del 2012. La exhibición se ofrecerá en el Museo de Arte Costarricense por espacio de tres meses.
“Quiero darle a la exposición un carácter educativo, formativo, con visitas guiadas; que se sepa que, en estos años maduros, uno puede seguir siendo fructífero. Me siento muy bien con lo que hago; doy clases en mi taller a amigos, y espero ofrecer charlas a los visitantes de la exposición. Me encargaré de atender a los jubilados de la Universidad de Costa Rica, antiguos compañeros de trabajo”, adelanta Zeledón.
Las esculturas de Néstor Zeledón Guzmán abrigan sentimientos muy marcados: desolación, rupturas, anhelos, horrores de la condición humana y... esperanzas.
Conocer a don Néstor será una experiencia singular para cualquier compatriota. Habrá así que coincidir con un artista que se impuso con firmeza una ruta que plasme la obscura y deslumbrante realidad interior del ser humano.


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