viernes, 10 de mayo de 2024

Orígenes del Castella: Juan Fernando Cerdas "A través del arte los criterios de evaluación varían, la autoestima se puede fomentar de otra manera al igual que la capacidad creativa".


Entré al Castella en el año 1958 a tercer grado, no porque me interesaba la actividad artística. Mis papás habían regresado de Guatemala donde habían ido a pasar el exilio después de la guerra de 1948. Entonces resultó que apareció un particular colegio -pequeño, que estaba comenzando, con muy poca gente, con un tipo que tenía una mentalidad muy distinta a la tradicional de la educación de aquella época. 

En ese Castella entré, luego de haber hecho primero y segundo grado en Nicoya, y me sentía un poco perdido porque, además, se ubicaba en la otra punta de la ciudad, no era tan relargo, pero yo estaba muy chiquitillo y mi familia vivía allá por Plaza Víquez y el Castella estaba en la Sabana, era en "el quinto del diablo". 

En el Castella me sentía de todas formas como en familia, porque efectivamente había familia mía, los hijos de Manuel Mora, los hijos de Eduardo Mora, y otros hijos de camaradas como las hijas de Fabián Dobles, y los hijos de "Menchita" Valerín: Diriangén y Rusalka Rodríguez; éramos los hijos de los comunistas; también la hija adoptiva de Carlos Luis Fallas "Calufa": Rosibel Morera. Esos éramos los rojillos que estábamos ahí. Don Arnoldo había creado un clima de tolerancia y de apertura que nos permitía estar ahí, tranquilamente. 

A pesar de que en mi familia había cierta actividad artística, mi abuelo José Albertazzi era poeta, mi mamá sí nos impulsaba un poco a la actividad artística: me llevaba a ver teatro, nos llevaba a conciertos (a mis hermanas también). Entonces, ya estando ahí, en el Castella, efectivamente me comencé a meter en la actividad teatral, en la actividad literaria, en la musical también, pues era obligatorio para todos aprender algo de música; y bueno, pude explorar un montón de actividades artísticas. 

Cuando yo entré fue a tercer grado y el grado más alto era de quinto; nosotros éramos el tercer nivel, estaba el grupo más avanzado que era el grupo donde estaban: Julián Wenston, Diriangén Rodríguez, Amelia Barquero. Después otro grupo en el que entró William Zúñiga, estaba también Manuel Picado, Rosibel Morera; y el grupo de nosotros, que era el tercero. En ese momento, el Castella era solo una casita pequeña que quedaba ahí en el costado norte de la Sabana, en donde está el Teatro ahora; no existía nada, era un patio que la casa tenía como herradura, la casa estaba alrededor del patio, y yo recuerdo cuando se comenzó a construir el teatro, los papás de nosotros iban a trabajar los fines de semana a paliar y a hacer el foso en donde iba a estar el escenario y toda esa cuestión. Por esa época, el Castella era muy pequeño, éramos todos muy pocos, los grupos eran pequeñitos, estoy hablando de un momento donde solo había tres niveles. En el Castella me acuerdo que ni siquiera tenían cubiertos para darnos de comer, cada uno de nosotros tenía que ir con su plato, su vaso y sus cubiertos para comer, todavía me acuerdo del plato que yo tenía. 

Por esa época también se hacían muchas giras por el interior del país, eso también le daba una imagen, una proyección a la actividad artística, era muy importante porque nos catapultaba como institución y además nos fortalecía a nosotros la idea que podíamos algún día dedicarnos al arte, estamos hablando de una Costa Rica en donde todavía no existía el Ministerio de Cultura; es importante decir que las generaciones siguientes se encuentran las cosas hechas y no son conscientes del esfuerzo particular que hubo para que las cuestiones se desarrollaran, Don Arnoldo fue divo en eso, en ese desarrollo del país. Lo que existía en vez del Ministerio de Cultura era Artes y Letras, que era una dependencia del Ministerio de Educación, recuerdo que Felo García era muy amigo de Don Arnoldo y muy amigo del Castella, Don Arnoldo se tenía una especie como de círculo de amigos del Castella, en donde había cantidad de gente que Don Arnoldo enganchaba y los traía a apoyar. Bueno, Felo hizo el mural ese del Teatro. El Castella tenía mucha vinculación con Artes y Letras, entonces era el primer organismo estatal dedicado a la cuestión artística, y el Castella era la Institución educativa dedicada al arte por excelencia, única en aquel momento, no es que no hubiera actividades artísticas en otras instituciones, las habían, pero en el Castella, era su énfasis. 

El Pájaro Azul fue hecho, creo, en el 59, porque yo estaba recién entrado al Castella y no participé en ese montaje, estaba muy nuevo; recuerdo que Amelia Barquero estaba participando. Esas cosas tenía el Castella, que nosotros hacíamos un tipo de espectáculo o de obras que se convertían en trabajo institucional, todo giraba en torno a eso, y eso es una buena manera de hacer crecer el asunto, porque eran todos los niveles integrados participando. Interdisciplinario, interniveles, eso tiende mucho a estas nuevas concepciones de un pensamiento holístico integrado. La educación tradicional basada en el paradigma cartesiano lo que hacía era dividir las materias, ponerlas todas separadas, fragmentadas, como si el conocimiento fuera una suma de cosas con ese tipo de actividades que se hacían.

También participaban muchas gentes de fuera, de otros países, que pasaban por aquí, por ejemplo Ulises Estrella y Sergio Román que llegaron juntos del Ecuador, Río Dalindo, Jaime Da Silva, y un coreógrafo brasileño que esta en esa época por aquí.

Yo venía de una escuelita rural, una escuela convencional de Nicoya, y de pronto estaba en el Castella colocado en una serie de procesos artísticos, ahora pensado a la distancia me doy cuenta que las proyecciones de Don Arnoldo con la Institución que estaban consiguiendo, iban mucho mas allá de lo que era un logro posible con las condiciones educativas. Digo esto porque para nosotros todavía, en la época que yo estaba, las materias eran académicas en la mañana y después del almuerzo comenzaban las artísticas; de pronto se trasgredía el horario porque había una presentación entonces suspendían las académicas para hacer arte, por eso yo me imagino que también era una obligación que tendría que tener Don Arnoldo frente a las autoridades educativas del país como para decir "si si, hacemos arte pero no solo eso sino que también damos una porción sustantiva del día a la actividad académica"; es decir, todavía se consideraba el arte un lujo espiritual, o una pérdida del tiempo dedicarse a esta cuestión. En realidad nunca se pudo llegar a la concepción de que el arte es una de las materias centrales de la formación de todos los seres humanos, de la misma manera en que se considera que todo el mundo tiene que aprender matemática, todo el mundo debería poder aprender arte, no solamente para hacer arte, sino que es que a través del ejercicio uno aprende una serie de cosas, por ejemplo los criterios de evaluación varían, la autoestima se puede fomentar de otra manera al igual que la capacidad creativa.

El Castella es un hito fundamental sobre todo porque no creo que se pueda valorar fácilmente, digamos, en calidad, los resultados artísticos que se obtuvieran y eso, lo que sí es decisivo es que aseguró el derecho a la existencia de la educación artística en un momento en el cual la actividad artística en Costa Rica era una cosa reducida. Aceleró el proceso, fue un catalizador y definitivamente hay nombres sustanciales en todas las ramas artísticas. El Castella podría haber sido un Zamorano de la Cultura, o podría haber sido un semillero de otro conjunto de instituciones similares; la cuestión de cimentar la experiencia, de lo que puede significar enseñar a través de la actividad artística, porque a través de la actividad artística uno puede aprender matemáticas, física, un montón de cosas. Y eso, yo creo, es una óptica que no está siendo aceptada en ninguna parte. No existe ningún sitio en el país que sea prescindible a las artes, por todo el país deberían existir experiencias de este tipo.

Lo que hay que hacer con la experiencia de Don Arnoldo es recuperarla en su espíritu y mejorarla en las condiciones que va adquiriendo el país. 



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