viernes, 11 de febrero de 2011

Del poeta y filósofo grancanario Antidio Cabal


Primero nos separaste de ti mandándonos al Cielo
y luego nos separaste de ti mandándonos a América
y más tarde
a la guerra civil.

Y nosotros no queríamos.

Y nos obligaste a ir a la Metafísica, donde estaba el vacío,
y nos obligaste a ir a la Física, donde estaba la nada.

Nunca dejaste que creciéramos en ti.

Nos expulsaste del alma por el Camino de Santiago
y nos echaste del sueño por el Camino del Atlántico.
No habíamos terminado de crecer
y tú tampoco habías terminado de crecer
y nos dejaste solos,
tú sin nosotros
y nosotros sin ti.
Y nosotros sin ti, ¿qué éramos?
Tú sin nosotros, un ser inmensamente triste.

¿Valía la pena ir al Cielo, penetrar en América?
Hiciste un mal negocio. A cambio de oro,
a cambio de la nuez moscada y la canela
nos entregaste a nosotros,
a cambio de la esmeralda, la perla y la girgonza.
¿Y qué importaba el oro frente a los olivos, el oro frente a las manzanas?
Y la plata, ¿qué importaba? ¿qué importaba la plata?
¡quieres decirme qué importaba la plata?
Los metales preciosos no valen frente a la poesía preciosa,
¿oro frente a Garcilaso?, frente a San Juan de la Cruz, ¿qué perlas?
¿Y la América en vez de África? ¡Oh demente!

Te desprendiste de nosotros
y nos entregaste al dólar americano de
Moctezuma,
a la Bolsa de Valores de Atahualpa,
a la salvación en Cristo de los indios.

Nos condenaste a fabricar un nuevo mundo,
y nos enviaste a la irrealidad,
y nos hiciste acompañar animales y semillas,
y nosotros acabamos siendo los animales y las semillas que enviaste.
Nos enviaste al exilio,
marchando a América perdimos el futuro.
¿La gloria?
No hay mayor gloria
que no tenerla así.
A la gloria de haber descubierto un semiplaneta,
la falta de la gloria de no haberte descubierto tú a ti misma.
Hay más eternidad, España, en nuestra casa que el Cielo;
éramos mejor botín que una hojalata valiosa,
África, nuestra originalidad, nos esperaba.
No debiste haber desangrado tu dialéctica.
Fuego fuiste apartado y espada puesta cerca.

Uno necesita de su madre,
no de la quincallería de su madre,
de la bisutería materna.

¿Madre patria para qué?

Marchábamos a la Eternidad muertos de hambre,
navegábamos a la Geografía despoblándonos,
practicábamos el porvenir despañizando el porvenir.

Como una loca niña hiciste un mal matrimonio.
Mira a tu alrededor tu esencia disipada.
Mira a tu alrededor tu vida metafísica.

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