Como tus dientes, sí,
Como tus huesos extendidos bajo el viento que todo lo lava y limpia. Como aquella lluvia relampagueante en el Altar de los Musgos y las amapolas. Aquella que lavando el sendero lavó mis pasos y blanqueó tu piel de nube. Piedra de Luna, sí. Como tu sonrisa extendida sobre recuerdos de árboles que sostienen la dulzura tersa de mi trenza de caricias y agitados arabescos. Piedra de Luna, sí, para tu Norte cuando me busques entre las estrellas sembrando tus sueños y los míos. Piedra de Luna, Vos.