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Parque Nacional Braulio Carrillo |
Que noche más sabrosa la que pasé la primera vez que dormía en Costa Rica, no puedo decir que a menudo haya dormido tan bien en mi vida, prueba de ello es que tuvieron que ir a despertarme a las 6.00 a.m. para el desayuno, por cierto bastante frugal, para luego cabalgar hasta el medio día, el tipo de desayuno parece que es la costumbre aquí, creo que debo acostumbrarme.
Luego del desayuno fuimos a buscar las bestias y a las 7:30 a.m. iniciamos el viaje, primero pasamos por un terreno sin declive pero de pronto se transformó en una cuesta empinada, después atravesamos un río que era muy sucio, el Sr. Pittier dijo que se llamaba Río Sucio.
Al principio mi caballo no quería caminar pero el Sr. Piguet me dio una espuela y ese artilugio tuvo la virtud de despertar a la bestia, lo que me extrañó mucho.
Desde luego que no vamos rápido, vamos paso a paso porque tres señoritas que van con nosotros nunca han montado a caballo, pero a decir verdad ellas no van muy mal.
Nos dieron unos caballos pequeños pero que son fuertes para llevarnos por esas pendientes que a veces son rudas, luego entramos en la selva ¡que vegetación más bella! no se ven árboles muy grandes, pero eso si, una tierra cubierta de plantas, bejucos y unos helechos que tienen dos veces mi altura.
Es fantástico ver estos precipicios, al fondo de los cuales ese oye un río, por momentos no vemos más que el cielo y la selva. A las 9:00 a.m. llegamos a un albergue, pero a decir verdad eso era un rancho sin ventanas y donde los cerdos se paseaban tanto por adentro como afuera de la estancia. Encontramos con dificultad un banco para sentarnos, después de media hora de descanso subimos de nuevo a las cabalgaduras, el camino sube siempre, a veces la pendiente es tan alta que nos parece imposible ver pasar animales tirando carretas y es cierto allí pasan varias cada día.
A las 12:30 p.m. llegamos al término de la subida y vimos una bandera que flota al viento que nos dice que un albergue,
Nos quedamos allí para comer y dejar descansar los caballos, luego del almuerzo fuimos a dar un paseo por los repastos, pero una ciénega de verdad, al regresar llegamos cargados de barro. A las 4.00 p.m. salimos de nuevo pero tenemos que dejar una parte de la comitiva por causa de la Srta. Biolley que estaba muy cansada. Para mí, este fue un día de viaje muy lindo, ahora dejamos de subir y empezamos la bajada y los caminos son mucho mejores, desde luego tampoco vamos muy rápido, ya no hay montañas, es sobre todo repastos y se ve mucho ganado, hay algunas casas, al lado del camino.
La noche nos sorprende caminando y vemos a lo lejos, las luces de San José, a donde llegamos a las 8 de la noche muy contentos y no muy cansados. Nosotros vamos a comer al Hotel Francés y después vamos a dormir a la casa del Sr. Pittier.